¿Por qué conformarse con el viaje habitual, cuando puedes vivir una aventura en las tierras incontaminadas de Kirguistán? Imagínate despertarte en una yurta tradicional: nada más salir, el aire fresco de la mañana acaricia tu rostro, en el horizonte ves salir el sol y el cielo coloreado por los mil matices del amanecer, a tu alrededor hay majestuosos picos nevados. Montañas y un silencio interrumpido sólo por los sonidos de la naturaleza al despertar. En Kirguistán cada día es mágico: cabalgaremos a través de pastos interminables, respiraremos aire puro como el cristal, descubriremos una cultura rica en tradiciones, en su mayoría desconocidas para nosotros los occidentales, y observaremos la majestuosa danza de las águilas en un cielo limpio.

Nuestro viaje comienza en la capital, la austera Bishkek, donde la influencia rusa en la variedad arquitectónica y urbanística es fuerte. Pero no vinimos hasta Asia Central para quedarnos en la ciudad: inmediatamente nos despedimos de Bishkek y nos dirigimos hacia el lago Issyk Kul, sumergiéndonos inmediatamente en la naturaleza y las historias kirguisas con una parada en el cañón Konorchek, y la Torre Burana, antes de llegar finalmente a las yurtas que nos acogerán para pasar la noche. Nuestro viaje continúa: descubrimos los encantadores paisajes de cuento de hada del cañón Skazka y el valle Jeti Oguz, admiramos una demostración de la tradición milenaria de la caza del águila y llegamos al lago Song Kul, donde nos espera una excursión a caballo. Seguimos luego hacia el Caravanserai de Tash Rabat, punto de parada de la Ruta de la Seda, y nos acercamos hasta la frontera con China, llegando al valle de Ak Sai, donde tocamos la majestuosa cadena Kakshaal Too. Una última caminata por la naturaleza para conquistar los majestuosos paisajes del lago Köl Suu, y luego regresaremos a Bishkek para pasar una última noche todos juntos. Volver a casa después de un viaje tan intenso será difícil, pero nos quedamos con las memorias de lo vivido.