Itinerario - Madagascar Expedition: la isla de los lémures y los baobabs

Tras un largo viaje desde España llegaremos hasta la capital Antananarivo (también conocida como Tana), donde la primera parada será nuestro hotel para el check-in y la reunión de bienvenida.

Los vuelos ida/vuelta desde España no están incluidos en la tarifa del viaje, así podrás decidir desde dónde salir, a qué hora y con qué compañía aérea volar. ¡Lo hacemos así para darte la máxima libertad de elección!

Estamos preparados para empezar esta aventura adentrándonos en la ciudad más grande de esta isla, donde podremos comprender muchos aspectos de su historia, conociendo más sobre los usos y costumbres malgaches.

Nuestro viaje comienza a lo grande: después del desayuno, nos despedimos de la capital para salir hacia las Tierras Altas, pasando por un paisaje verde de colinas suaves, tierra rojiza y arrozales. La primera parada será Ambatolampy, conocida por la fabricación de las ollas en aluminio, seguimos dirección Antsirabe, una ciudad colonial que se hizo famosa por sus aguas termales y que no se puede dejar de recorrer en pousse pousse (rickshaw). La ciudad de hecho abunda de este transporte típico de Madagascar, muy parecido a los tuc tuc asiáticos.

La última parada del día, que nos regalará un momento de contacto con la naturaleza en el lago volcánico de Tritiva. El Tritiva, que tiene la forma de Madagascar, está dentro de un cráter volcánico y más allá de su belleza y de sus aguas cristalinas, encierra una increíble leyenda...

Empezamos el día visitando Ambositra, un pueblo conocido por sus artesanos, considerado una parada perfecta para buscadores de souvenirs y artesanía de madera. Nos dirigimos hacia Ranomafana, donde una vez llegados podemos visitar la aldea y sus aguas termales, y donde más tarde nos espera una increíble visita nocturna del Parque.

¿Conseguiremos encontrar al «aya aya lémur» que solo está activo por la noche?

Si viajas a Madagascar, no te puedes perder esta reserva de la biosfera, considerada como el enclave más húmedo de la isla. Los malgaches dicen que llueve los 365 días del año así que...no te olvides traer el chubasquero. Es lo que tienen los bosques húmedos tropicales.

El Parque Nacional de Ranomafana se extiende en más de 41600 hectáreas de bosque tropical húmedo, dividido en tres zonas separadas por el río Namorona. Aunque la mayoría de los visitantes vienen por los lémures, el Parque resguarda una gran variedad de animales y plantas endémicas. Solo tenemos que escoger una de las 7 rutas diferentes para explorarlo!

Por la tarde podemos visitar las plantaciones de té de Sahambavy, las únicas del país, para luego terminar el día en Fianarantsoa, que se considera la capital del vino de Madagascar. ¡Obviamente será imprescindible probarlo!

Seguimos nuestro viaje en dirección Ambalavao, una pequeña ciudad que marca la frontera entre el sur y las Tierras Altas, ahora las llanuras son más áridas y van convirtiéndose en inmensas extensiones de sabana.

A escasos kilómetros está la Reserva de Anja, donde según las antiguas tradiciones, los lugareños tenían prohibido matar lémures para comer, se consideraba tabú.

Es por esto que en esta visita tenemos casi asegurado poder ver a familias de Maki, ya que hay una población de más de 400 ejemplares y su avistamiento es la principal actividad de la Reserva.

Al final de nuestra visita nos dirigimos hacia Ranohira, para acercarnos al Parque Nacional de Isalo, que descubriremos mañana.

El parque más visitado de todo Madagascar, aparentemente desértico, presenta en realidad un paisaje de sugestiva belleza, con una variedad increíble: cañones, barrancos, cascadas, piscinas naturales, bosques tropicales, oasis de palmeras y mucho más.

¡La verdad es que es un espectáculo de la naturaleza donde tendremos la sensación de estar pasando de un continente a otro!

Después de haber pasado todo el día en el Parque, acabamos la jornada en la ventana de Isalo para una espectacular puesta del sol.

Ya sabemos que aquí los atardeceres son pura magia.

Desayuno y salida hacia la ciudad costera de Tuléar. Por el camino, atravesamos Ilakaka, una ciudad que se desarrolló después del descubrimiento de un yacimiento de zafiro. Una vez más la diversidad de paisajes nos sorprende, los primeros baobabs hacen su aparición.

Por la tarde traslado a Ifaty y visita de la reserva de Reniala, una reserva privada situada cerca del mar con una riqueza excepcional de flora y fauna: aunque la Avenida de los Baobabs sea la más espectacular e icónica, en Reniala podremos ver más especies diferentes de baobabs, con árboles de más de 1.000 años de antigüedad, hasta los nuevos ejemplares recién plantados y cuidados.

Desde el puerto de Tuléar tomamos un barco hacia Anakao, considerada una de las mejores playas del mundo, donde aún se conserva un paraíso virgen, alejado de las aglomeraciones turísticas. Podremos por fin disfrutar de la tranquilidad y la paz que ofrece tiempo para empezar a explorar las playas más bonitas. Una cosa es cierta: ¡lo único que usaremos estos dos días será el bañador!

Anakao cuenta con aguas cristalinas y tranquilas, lo que la convierte en un lugar perfecto para nadar, practicar snorkel y buceo. Los amantes de la vida marina podrán disfrutar de la belleza y diversidad de sus arrecifes de coral, donde observar peces tropicales y otras especies marinas fascinantes.

También podremos hacer una excursión a ver la Isla Nosy Ve, una pequeña isla situada a pocos kilómetros de las costas de Anakao y que se encuentra deshabitada por el hombre.

En su poco más de 1 km cuadrado la isla se puede recorrer toda a pie en un entorno auténtico con playas de fina arena blanca. Imprescindible terminar el día al atardecer en un Mont Passot, admirando un panorama de 360 grados de toda la isla.

Desafortunadamente, ha llegado el momento de despedirnos de este paraíso ¡han sido días increíbles! Sin embargo, debemos regresar a Tana : primero de vuelta a Tuléar en barco, para luego coger nuestro vuelo interno que nos lleva de regreso al lugar donde comenzó nuestra aventura. Colocamos las mochilas en nuestro alojamiento y nos preparamos para disfrutar al máximo este último día en Madagascar. Concluimos este increíble viaje con estilo con una cena para despedirnos: ¡hemos compartido una aventura única que siempre recordaremos!

Nos despedimos de Madagascar y de nuestra aventura ... ¡pero seguramente solamente sea un “hasta luego”!