En las Maldivas, cada isla es un pequeño mundo en sí mismo: los recursos son escasos, pero aún así los habitantes de estos atolones viven bajo la ley del mar. ¿La recompensa? Despertarse cada día con paisajes que quitan el hipo. Durante nuestro viaje a las Maldivas nos alojaremos en dos pequeñas islas: Rasdhoo y Ukulhas.

Rasdhoo está cerca de algunos de los mejores lugares para hacer buceo de las Maldivas, así que si tienes alma de buceador/a, ¡no te lo puedes perder! Además, desde noviembre hasta abril existe una altísima probabilidad de poder experimentar acercamientos con mantas. Por otro lado, los menos intrépidos también tendrán la oportunidad de admirar la vida submarina desde la superficie con su tubo de snorkel: ¡tortugas, rayas, águilas de mar, tiburones de arrecife, morenas y un sinfín de llamativos peces tropicales de todas las formas y tamaños nos están esperando ahí abajo! ¿Y qué hay de los amantes de la playa? Tranquilos, también podemos organizar una excursión a la cercana isla deshabitada de Madivaru o a un estrecho banco de arena virgen conocido como Madivaru Finolhu, dos lugares perfectos para tomar el sol, darnos un buen baño, contemplar el atardecer ¡y disfrutar al más puro estilo Robinson Crusoe!

Ukulhas no se queda atrás: allí encontraremos una riquísima vegetación y una fantástica bikini beach donde podremos relajarnos bajo el sol.

¿Todavía os lo estáis pensando? Queremos demostrar que las Maldivas no solo son un destino para parejitas ¡y estamos seguros de que al final del viaje todos pensaremos lo mismo!