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Check in en el hotel de Praga (17:00 horas), preparados para vivir un fin de semana que nos enamorará de la capital checa.

Después de habernos instalado y saboreado el ambiente mágico de esta ciudad de cuento de hadas, es hora de empezar bien: ¡con una cerveza de bienvenida que inmediatamente hará que todos estén de acuerdo! Mientras brindamos, nos dejamos llevar por el encanto de Praga y empezamos a conocernos mejor a través de anécdotas y risas, porque el viaje es más bonito cuando lo compartes.

¡Pero la velada no termina aquí! Con la energía de quien no ve la hora de descubrir cada rincón, nos aventuramos entre los bares y discotecas del centro, donde la mezcla de tradición y modernidad crea una atmósfera única. Ya sea una cervecería histórica o un lugar más moderno, Praga ya nos da la primera muestra de su vibrante espíritu. Cansados pero súper entusiasmados, volvemos al hotel dispuestos a soñar con las maravillas que nos esperan al día siguiente. Praga, ¡solo estamos en el comienzo!

Un día en Praga es una mezcla perfecta de cultura, magia y diversión. Comenzamos por la mañana con un recorrido a pie por el centro histórico, una experiencia imperdible para descubrir la verdadero alma de la ciudad. Entre callejuelas adoquinadas y palacios de cuento de hadas, exploramos la Ciudad Vieja con una parada en la Torre del Reloj Astronómico, donde desvelamos los misterios de su famoso carillón. Seguimos hacia el Puente de Carlos, uno de los símbolos de Praga, y terminamos en la magnífica Plaza de la Ciudad Vieja, rodeada de colores pasteles y detalles que cuentan siglos de historia. Después del recorrido, podremos relajarnos con un almuerzo típico: disfrutando de un plato de gulash en una taberna tradicional.

La tarde ofrece dos posibilidades: dedicarnos al tiempo libre y perdernos entre las pintorescas calles, mercados locales y tiendas vintage, u optar por una visita al Castillo de Praga, un lugar que parece sacado de un libro de cuentos. La vista desde la colina, la majestuosa Catedral de San Vito y el encanto de las murallas medievales hacen de esta parada una experiencia memorable. Cuando se pone el sol, Praga se transforma: la velada comienza con un aperitivo junto al río Moldava, donde el panorama se vuelve poesía, y continúa con la animada vida nocturna de la ciudad. Podemos elegir entre pubs tradicionales donde tomar una cerveza artesanal y discotecas modernas con sesiones de DJ que nos harán bailar hasta altas horas de la noche. Si queremos sentirnos como un auténtico local, no nos podemos perder una pinta de Pilsner Urquell servida a la perfección.

Praga nos conquista paso a paso con su mezcla única de historia y contemporaneidad, brindando un día lleno de emociones, descubrimientos y risas.

En Praga empezamos con buen pie: un desayuno o una deliciosa pausa a base de trdelník, el postre típico que huele a canela y azúcar. Nosotros lo elegimos relleno de helado, porque sí, incluso por la mañana merecemos algo especial. Sentados en una panadería del centro histórico, comenzamos a sumergirnos en el ambiente de la ciudad.

Después de habernos saciado de dulzura, nos dirigimos hacia la parte más moderna de Praga.

Primera parada: la extraordinaria Cabeza de Kafka, que se mueve y cambia de forma ante nuestros ojos. ¡Es imposible no detenerse y grabar vídeos! Luego caminamos hacia la Casa Danzante, con sus increíbles curvas que parecen bailar con el telón de fondo de la ciudad. Praga no es sólo castillos e historia: el diseño contemporáneo también deja su huella aquí.

Para el almuerzo nos tratamos bien, muy bien por cierto. Entramos en un pequeño restaurante donde nos esperan auténticos sabores checos. Nosotros pedimos svíčková na smetaně, carne tierna con una crema deliciosa y empanadillas que parecen mimos. Por supuesto, no falta una jarra de cerveza artesanal; al fin y al cabo, ¡estamos en la casa de las mejores cervezas del mundo!

Con el estómago lleno y una sonrisa en la cara, la tarde la dedicamos al tiempo libre. Paseamos por el río Moldava, curioseamos entre tiendas de diseño y nos detenemos en una cafetería minimalista para tomar un café expreso. Praga nos da unas horas más para descubrir rincones escondidos o hacer las últimas fotografías rápidas.

A las 5 de la tarde toca decir adiós, pero con el corazón lleno de recuerdos y la promesa de volver. Porque esta ciudad tiene esa mezcla perfecta entre tradición y modernidad que a todos nos conquista.