Itinerario - Jordania e Israel: Petra, el desierto y Jerusalén

Los vuelos ida/vuelta hasta Jordania no están incluidos en la tarifa del viaje, de este modo podrás decidir desde dónde salir, a qué hora y con qué compañía aérea prefieres volar. ¡Lo hacemos así para darte la máxima libertad de elección!

Check-in en el hotel de Amán. Descubre cómo funciona el encuentro. Empezamos a sumergirnos inmediatamente en los colores, sabores y aromas de Jordania dando una vuelta por el zoco, ¡donde encontraremos absolutamente de todo!

Hoy el despertador sonará bastante temprano, y será mejor que recarguemos bien las pilas en el desayuno porque tenemos por delante un día cargadito de actividad. La primera parada será el Wadi Mujib, una maravilla natural donde el curso de un río ha modelado las rocas durante millones de años transformándolas en un cañón. Podemos hacer rafting, barranquismo o subir por la corriente y elegir un recorrido alternativo si no se fuera posible acceder al Wadi Mujib (os avisamos de que en invierno siempre está cerrado). Por suerte, existen muchos recorridos diferentes, así que no nos van a faltar opciones. Algunos ejemplos son, por ejemplo, el Ibex Trail o el Wadi Numeira.

Por la noche llegamos a Petra, listos para nuestra cena de bienvenida.

Desde el primer momento, Petra nos deja sin aliento: al entrar pasamos por la Casa del Djinn y luego seguimos por el Siq, un camino entre dos enormes paredes de roca que nos conducirá hasta el Tesoro de Petra. Una vez allí, nos tomamos nuestro tiempo para admirar y apreciar como se debe este extraordinario lugar donde las luces y las sombras hacen sentir viva la roca. ¿Estamos acaso en una película de Indiana Jones?

Seguimos con nuestra exploración: primero subimos a Jebel Madbah y luego bajamos para visitar tumbas, templos y edificios excavados en la roca. El Teatro Central es increíble, ¡tanto que tiene una capacidad de hasta 3000 personas! El Gran Templo, construido en honor de los antiguos dioses, no se queda atrás, ni tampoco el Palacio de la Hija del Faraón.

De camino al Monasterio podemos ver el monumento más grande de todo el yacimiento: la Tumba de los Leones Alados.

Después de un día tan intenso, nos espera una noche de ensueño: nos trasladamos a Wadi Rum para disfrutar de una cena típica antes de pasar la noche en un campamento beduino en medio del desierto. Las tiendas donde dormiremos cuentan prácticamente con todas las comodidades: camas con colchón, baño y un cielo lleno de estrellas. No nos falta de nada, ni siquiera una típica cena beduina.

Después de haber visto Petra, seguro que pensamos que nada lo puede superar, pero el Wadi Rum nos romperá los esquemas. Un desierto impresionante donde la arena pasa del rojo al rosa pasando por el ocre, y la roca de las montañas parece casi derretirse bajo el sol.

Una vez en el centro de visitantes, cambiamos la furgoneta por el jeep y ya estamos listos para explorar el desierto.

Hay mil cosas que no nos podemos perder: el cañón de Khazali, donde podremos ver otro siq más entre las rocas, el puente Um Fruth, un puente de roca en el corazón del desierto y, como no, los beduinos que viven allí con sus camellos.

Después de nuestro pícnic al medio día, volvemos al campamento y luego nos trasladamos a Madaba, nuestra última parada del día.

Dejamos atrás Madaba para dirigirnos a una de las ciudades más fascinantes del mundo: Jerusalén. Llena de lugares para visitar, Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del planeta, habitada ininterrumpidamente desde hace más de 3500 años. Un lugar donde la espiritualidad cobra vida y a veces sobrecoge con toda su fuerza.

La Ciudad Vieja es el corazón de Jerusalén, espacio donde se encuentran la mayoría de los lugares religiosos. A pesar de su reducido tamaño (¡solo 1 kilómetro cuadrado!), en ella podemos encontrar una enorme cantidad de cosas que ver y hacer. Hasta el siglo XIX, momento en que la ciudad comenzó a desarrollarse fuera de las murallas, todo Jerusalén residía dentro de la Ciudad Vieja: miles de almas vivieron, amaron y murieron allí durante miles de años.

La Ciudad Vieja de Jerusalén está dividida en cuatro barrios. Al norte de la Puerta de Jaffa se encuentra el barrio cristiano, con la iglesia del Santo Sepulcro. Si nos movemos en sentido horario, encontramos el barrio musulmán, lleno de tiendas, restaurantes y lugares de interés como la basílica del Ecce Homo. También está el barrio hebreo, con la muralla occidental y, por último, el barrio armenio, situado al sur de la Puerta de Jaffa, con la ciudadela (sede de un espectáculo de luces y sonidos impresionante), la catedral de Santiago y el patriarcado armenio.

Un sinfín de cosas que ver y tan poco tiempo... pero no nos agobiemos, que aún tenemos el día de mañana para perdernos en esta ciudad mágica.

Si queremos aprovechar al máximo nuestro tiempo en Jerusalén, será mejor que nos levantemos bien temprano. Después de haber pateado todos los callejones y rincones más escondidos, seguro que estaremos muertos de hambre, ¡y nosotros tenemos la solución! Mahane Yehuda es la respuesta.

El shuk, como suele denominarse, es el mercado más grande de Jerusalén y es una de las paradas obligadas en la ciudad. Es un lugar abarrotado de gente con deliciosa comida por todas partes: baklawa resplandeciente, halva con nueces tostadas, fruta y verdura, comida callejera... ¿Cómo no vamos a sentirnos desorientados en un sitio con tantos estímulos? ¿Para dónde vamos? ¿Qué comemos? ¿Y si nos perdemos ese local donde hacen el mejor shawarma de la ciudad? La respuesta es sencilla: Jerusalén es una ciudad que enamora y quien viene una vez, ¡seguro que vuelve! Así que, que no cunda el pánico, porque lo que no probemos hoy, quedará pendiente para la próxima vez.

Por la tarde, nos ponemos en marcha hacia Amán y, por qué no, si no es demasiado tarde, quizá podamos parar a echar alguna foto e incluso a darnos un chapuzón en el mar Muerto, el punto más bajo del planeta.

Hoy es nuestra última oportunidad para explorar Amán. La Ciudad Vieja fue construida sobre 7 colinas, como Roma, de hecho, aún se pueden observar muchas ruinas romanas, como las columnas del Templo de Hércules. Por otro lado, tenemos el moderno y lujoso barrio de Jabal Amman, que con sus murales, bares y restaurantes de moda recuerda un poco a Las Vegas.

Nos tomamos nuestro tiempo para hacer algunas compras, buscar los recuerdos más originales y acercarnos a la Rainbow Street, un rincón de la ciudad alegre y juvenil lleno de street food y locales. Si el plan de la ciudad no nos convence, también podemos organizar una excursión más al norte, por ejemplo, donde nos esperan las bellezas naturales de Ajloun y las ruinas de Jerash. Ponemos punto y final a este día con la cena en el Jordan Heritage: ¡el momento perfecto para brindar a la increíble aventura que hemos compartido!

Ha llegado el momento de despedirnos: ¡nos vemos en la próxima aventura con WeRoad!