Los vuelos o trenes desde/hacia España no están incluidos en el paquete, por lo que podrás decidir desde qué aeropuerto/estación salir, a qué hora y con la compañía que prefieras. ¡Esto es para darte la máxima libertad de elección!

Check-in en el hotel (17hs): llegamos a Marsella y el aire ya huele a sal y a aventura. El primer paso es el más sencillo: sumergirse de cabeza en esta ciudad fascinante y un poco caótica, que mezcla el azul del Mediterráneo con las bulliciosas callejuelas del Vieux Port. No hay tiempo que perder, porque a las 18 horas tendrá lugar el welcome cocktail, el momento perfecto para descubrir quiénes serán los compañeros de viaje que compartirán con nosotros este fin de semana de sol, mar y onda veraniega. Un brindis con vistas al mar, una charla para romper el hielo y ya podemos imaginarnos explorando juntos cada rincón de esta ciudad.

¿Y la noche? Bueno, en Marsella uno no se va a dormir temprano. Podemos perdernos entre los pequeños bares del Cours Julien, donde el ambiente es bohemio y el aperitivo se convierte fácilmente en una noche de música en vivo. O bajar al puerto y dejarse guiar por el olor de la bullabesa recién servida en los pequeños restaurantes del paseo marítimo. Si nos apetece bailar podemos optar por una azotea con unas vistas increíbles y sesiones de DJ que nos acompañarán hasta las primeras luces del amanecer. Y esto es sólo la primera noche: Marsella promete y estamos listos para descubrirla.

¡Buenos días WeRoaders! Nuestra última mañana en Marsella comienza con un recorrido a pie que nos llevará por los callejones históricos del Vieux-Port, las coloridas calles del Panier y la elegante arquitectura de La Canebière. Nos perdemos en el aroma de la bullabesa y del jabón artesanal, mientras el sol calienta la ciudad y el Mistral acaricia nuestros rostros.

Después del recorrido, el tiempo es todo nuestro: los que quieran podrán disfrutar de un último pastis con vistas al mar, los que lo prefieran podrán hacer una maratón de compras entre mercados y boutiques, y los que no puedan resistirse al agua cristalina podrán regalarse un último chapuzón en el azul del Mediterráneo.

A las 17 horas es hora de decir adiós, pero Marsella ya ha dejado su huella: nos llevaremos a casa el sabor de la sal en la piel, el recuerdo del viento en el pelo y esa sensación de libertad que sólo un fin de semana junto al mar puede dar.