Los vuelos hasta España no están incluidos en la tarifa del viaje, de este modo podrás decidir desde dónde salir, a qué hora y con qué compañía aérea prefieres volar. ¡Lo hacemos así para darte la máxima libertad de elección! Descubre cómo funciona el encuentro. 

Nos encontramos en el primer alojamiento de Nápoles: desde aquí comienza nuestro viaje para descubrir las bellezas de estas tierras del sur de Italia. Llegamos al hotel, dejamos las mochilas, ¡y brindamos por el inicio de este viaje! Para cenar, no faltarán las delicias de la cocina napolitana, sobre todo la mozzarella de búfala. Y después... ¡la noche continúa! La vida nocturna de Nápoles nos espera.

Nos levantamos temprano y desayunamos algo más de bollería napolitana. Necesitamos la energía adecuada: ¡hoy nos espera un día ajetreado! En tren llegamos a Pompeya y entramos en el yacimiento arqueológico, que es inmenso: tenemos varias horas para visitarlo, así que no tenemos prisa. ¿Qué no nos podemos perder? El foro, la Casa del Fauno, la Villa de los Misterios, el Teatro Grande y el Teatro Piccolo y el Jardín de los Fugitivos. ¿Nos sentimos un poco como Alberto Angela en medio de todas estas reliquias? Muy normal... ¡aprovechémoslo!

Después de haber disfrutado a fondo de este increíble pedacito de historia italiana y de la humanidad en su conjunto, tomamos nuestro tren rumbo a Sorrento: un agradable paseo por la costa es lo que se necesita para concluir a la perfección este primer día de viaje antes de regresar a Nápoles, donde disfrutaremos de otra noche en la ciudad.

Historia, mar y buena comida... ¿Qué falta? La naturaleza, por supuesto, que en estas partes no deja de sorprender con los increíbles paisajes de la costa amalfitana. Después de un buen desayuno, llegamos a Agerola y aquí nos ponemos un calzado bien cómodo: nos espera un bonito trekking*, acompañado de las maravillosas vistas de esta parte de Italia. Lo que recorremos es el Camino de los Dioses, desde Agerola hasta Positano, un camino inmerso en el bosque mediterráneo que aún conserva el encanto de un tiempo. Comenzaremos nuestra caminata a 600 metros sobre el nivel del mar y cruzaremos pequeños pueblos rodeados de naturaleza. Para hacernos compañía, estará el mar azul, que nos invita a detenernos cada dos por tres para capturarlo en toda su belleza.

Un descanso para comer es obligatorio y no en un lugar cualquiera: paramos en el pueblo de Nocelle para picar algo. ¿Cuándo volveremos a tener la oportunidad de comer especialidades locales con una vista como esta? Lo disfrutamos hasta el final y luego retomamos nuestra caminata hasta que llegamos al final de este histórico camino. Positano aparece en el horizonte, una ciudad que se desarrolla verticalmente, construida sobre el acantilado que cae al mar: sus casas coloridas iluminan el paisaje y nos acogen desde lejos. Llegamos a la ciudad y, si el tiempo lo permite, nos damos un chapuzón en el mar para refrescarnos y recuperarnos del cansancio de hoy. Tenemos tiempo para un aperitivo con vistas y luego nos ponemos en marcha: volvemos a Nápoles, donde pasaremos la noche. Ayer tocó pizza margarita, y esta noche... ¿quattro formaggi?

Hoy la estrella indiscutible es precisamente ella: ¡Nápoles! Un día entero para disfrutar de esta ciudad única, empezando por algunos símbolos indiscutibles como el Cristo Velato y una visita a la Nápoles subterránea. Nápoles está hecha de callejuelas estrechas y sinuosas, y es a partir de ahí, de los Quartieri Spagnoli, donde empezaremos a descubrir la Nápoles más auténtica: un caos geométrico, un laberinto de callejuelas que tiene sus inicios en el siglo XVI y llega hasta nuestros días, revelando la vida cotidiana de las alfarerías, las coladas y la comida callejera, mezclándola con los rasgos artísticos que representan los rostros de quienes han representado a Nápoles y al napolitanismo en todo el mundo. Y para terminar con broche de oro, ¿qué falta? Pues, por supuesto: una apetitosa ruta gastronómica con un guía local para degustar los platos típicos de la cocina napolitana: empecemos por lo dulce, con una sfogliatella en una de las pastelerías históricas de la ciudad; luego pasemos a lo salado con un buen «cuoppo» en el mercado de Pignasecca y terminemos por todo lo alto con ella: ¡la pizza frita!

Hemos visto muchos lugares preciosos en pocos días. ¡Suficientes para quedar encantados frente a la belleza de Italia! ¡Nos vemos pronto en un nuevo WeRoad!